Entre miedo y escepticismo los árboles, los ríos y los vientos chillan.
La prisa y la comodidad nos alejan de la consciencia y la empatía, como sociedad hemos decidido, de manera inexplicable, que la economía es más importante que el planeta y la humanidad. Hasta ahora no hemos sido capaces de llegar y no destruir.
¿Tiene sentido contaminar para fabricar? ¿Tiene sentido comprar sin pensar? ¿Tiene sentido esta forma de consumo actual?